LA ESCUELA DESPUÉS DEL CONFINAMIENTO Y EN COHABITACIÓN CON EL CONORAVIRUS
LA ESCUELA QUE HA CERRADO EL COVID19 de forma contundente nos lleva a pensar en aquellas prácticas escolares que deberían haberse clausurado mucho antes que apareciese el COVID19 por no haber estado atentas y abiertas al entorno, a los espacios naturales, al patrimonio, a la vida. ¿Cómo puede ser que teniendo el patrimonio natural y […]
LA ESCUELA QUE HA CERRADO EL COVID19 de forma contundente nos lleva a pensar en aquellas prácticas escolares que deberían haberse clausurado mucho antes que apareciese el COVID19 por no haber estado atentas y abiertas al entorno, a los espacios naturales, al patrimonio, a la vida. ¿Cómo puede ser que teniendo el patrimonio natural y cultural que tenemos continuemos intentando aprender encerrados en la escuela y de espaldas al mundo? ¿Cuántos de los aprendizajes que planteamos en la escuela se interrelacionan con el entorno, con el espacio, con el territorio, con la vida? ¿Cuántas situaciones de aprendizaje se dan diariamente en nuestras escuelas de espaldas a lo que acontece en la calle? Hay voces y experiencias que muestran la necesidad de esta escuela. Referente imprescindible es el texto de Jaume Martinez Bonafe. Con Antonio Almeida, profesor de la Universidade Estadual de Feira de Santana de Brasil, escribimos un texto donde planteábamos algunas cuestiones: ¿Puede cualquier lugar devenir un contexto de aprendizaje? ¿Existe algún lugar incapaz de enseñar nada a nadie? ¿Y cómo nosotras maestras podemos crear las condiciones para que los aprendizajes y la educación emerja de y en cualquier parte.
El texto es una invitación a cada escuela a que pueda concretar su horario de forma conjunta en el territorio donde se encuentra con los profesionales de los recursos naturales, culturales y patrimoniales de su entorno, a fin que ellos también repiensen sus prácticas y puedan crear contextos donde todos podamos aprender y no tener confinados a los niños y niñas en las aulas.
Texto escrito por Glòria Jové